Cantata Bíblica

Por Juan Gregorio Avilés

En el magno volumen que publicó al final de sus días, Entre asombros y gozos, la Palabra, Juan Gutiérrez Padial quiso hacer una recopilación de sus poemas. Sin ser una obra completa, en dicho volumen quedó recogido cuanto –en verso- este autor trasladó a libros a lo largo de su vida. Con un añadido final: esos ámbitos siderales en los que quiso conservar para siempre unos pocos poemas nuevos o inéditos. Entre los papeles que custodia la Asociación Cultural “Juan Gutiérrez Padial” de Lanjarón, hay uno numerado con la signatura A-31. Se trata de una copia mecanografiada del poema Cantata Bíblica, cuyo texto está recogido entre los de nueva factura a los que antes se aludió. Está dedicado a Manuel López Vázquez, mago de los pinceles, y tiene fecha de 3 de diciembre de 1992. Se trata de un poema rotundo, hímnico pero sin llegar a la solemnidad, y de una belleza tierna e impactante. Lo reproduzco a continuación:

Al principio la luz. Después los ríos

en milagroso y singular abrazo.

La piedra germinó. Levantó el brazo

por los crestones broncos y sombríos.

Así, como si nada o leve cosa,

aconteció el prodigio presignado.

Bajó el cielo a la tierra, enamorado,

y en un beso de fuego abrió la rosa.

Dos magníficos cuartetos, en metro endecasílabo que con reconocida maestría gobernaba don Juan. Versos de fuerte inspiración bíblica, como remitiendo a los genesíacos mitos de la creación y de la redención. Como un estremecimiento cósmico –en el primer cuarteto- que, por un acto de amor de la creación sobre sí misma, creara la escena de lo mejor, de lo que está por venir. El segundo cuarteto –sobre todo si atendemos a la sugerencia de la fecha que contiene el documento consultado- podría remitir por su connotación a la encarnación del Verbo, fecundación del cielo sobre la tierra, nueva y definitiva creación según patrones de la teología.

En el medio, como una transición que marca un tiempo nuevo en el poema, se alza el primer verso del segundo cuarteto: así, como si nada o leve cosa. No deja de sorprender el contraste entre este verso y el cuarteto que lo antecede. Como si, tras la agitación cósmica y amorosa del origen, el prodigio aconteciera en medio de una misteriosa discreción. La que hay entre el ser y el no ser: entre la nada –sustantivo semánticamente absoluto, que retira del lenguaje toda realidad, o cuya realidad sustantiva es la negación- y la leve cosa que es un salto discreto e inesperado, pero metafísico, hacia el ser.

Dedicado a uno de los magos de los pinceles, don Juan trazó esta escena con sus propias pinceladas. Un abrazo al mundo, en las postrimerías de su vida, donde en un beso de fuego abrió la rosa: redención o vida. Realidad, también, que tiernamente estampó en su epitafio: como la rosa volveré a la vida, ungido con amor de un jardinero.

©

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2 responses to this post.

  1. Posted by Facundo on 06/08/2012 at 12:18

    ¡Qué bella manera de ilustrar el inmenso poder de la energía dinámica de Dios, la que da aliento y vida a toda su obra creativa! Gracias por darme a conocer a este poeta. JSC
    Sitio web: El ideario de un escribiente

    Responder

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